lunes, 21 de enero de 2008

Un escrito por el hacinamiento y una oración por los espacios mínimos.



He mirado el lecho pequeño y frágil de un hijo dormido, nuestras camas ligadas ante la visión del calor inexistente, de los cubrecamas y el polvo, de las goteras y la desesperación.

Este espacio nos ahuyenta, nos lastima los cuerpos, el todo-espacio es una quimera aviesa que nos enrostra el pedazo de suelo negado, el rincón oscuro de este cuarto de padecimientos y ropa vieja acumulada.

Tengo miedo de despertarnos y sentirnos enmarañados, fuimos familia y ahora somos una jauría de perros durmiendo en la miseria tormentosa, en estos espacios compartidos entre abuelos y niños, mujeres y hombres, todos oprimidos, en camas que todo lo aguantan, en humo de difícil salida, en braseros en medianoche de viento, alumbrando pálidamente los rostros de niños insomnes...

Cuan hombres-reos en su propias vestiduras de prisiones en libertad negada y comprimido lar que todo lo aguanta, que todo contiene…

Es nuestra vivienda… pequeña… pequeña…. Tantas veces demasiado pequeña, para entregar una caricia ciega, para sentirse el cuerpo sin odiarse infinitamente por lo que falta, lo que escasea, a veces demasiado pequeña para abrazar a los hijos, a veces demasiado pequeña que se violenta, y nos golpeamos, heridos por la incertidumbre y la rabia, doblegados por la desesperanza, apretamos el puño, la sien y nos callamos la boca…


Hay espacios enormes en las alamedas y las plazas, perpetúas superficies de mar, bosque, viento, libertad oprobiosa, caminares esparcidos por el aire.

Hay seres humanos durmiendo junto a animales, con un brasero que en medio de la noche extingue la confianza en sí mismos, que arroja sobre el sucio piso la realidad cronificada de un hábito acostumbrado…


Es el crepúsculo de realidades en que se contempla un mundo vulnerado…

La lluvia no cesa de caer y existen moradas en que todo se minimiza, la vida se minimiza, se minimiza finalmente el afecto, la risa en los rostros de niños, se minimiza cotidianamente la esperanza…

Es el hacinamiento, eterno visitante de familias esparcidas por doquier… es el hacinamiento… trucando los espacios para que parezcan amplios, para hacer creer que se puede vivir de ese modo…

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